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Cita Sangrienta


Otro año más. Un día de enamorados. Cansado de esta estúpida maldición. No debí firmar ese repugnante contrato.

Hoy, otro catorce de febrero que no será para nada diferente. El mundo cambia año tras año. Cada vez más melancólico, pero mucho más fácil de manipular.

Apenas recuerdo mi primera cita hace doscientos años. Con esto de internet es fácil encontrar jóvenes curiosas. Mujeres con piel suave y blanquecina (Mmm...). El tono de su pelo no me es indiferente, pero son más fáciles las rubias. La última chica, Micaela, tenía unos labios gruesos y esponjosos. Su cuello era muy sabroso, aún tengo su aroma en mis labios. Todavía noto la textura de la piel en las yemas de mis dedos. Echaré una ojeada en esa aplicación de solteros para saciar mi apetito. Claudia, morena, ojos claros, como los míos. Será fácil de seducir con mi mirada dominante. Parece que ha picado el señuelo. Aunque mi foto está un poquito anticuada, no he cambiado nada en absoluto. Maldita sea, para qué me miro al condenado espejo. Encenderé unas velas, prepararé la cena y acondicionaré la cama. Espero que esta vez no se me vayan las manos con la droga.

Ha sonado el timbre. –Buenas noches, bienvenida a su casa –. Le hago una humilde reverencia. –Buenas noches, gracias –. Me encanta cuando se sonroja.

–Por favor, pase y siéntese –. La invito a la mesa.

–¿Es usted siempre tan educado? –. Me mira con una bella sonrisa.

–Sabiduría, simplemente. Deje que le ayude con el abrigo –. Huelo su aroma acercándome a su pelo.

–Muy amable –. Tiene un olor familiar. –¿Una copa de Pommery? –. Comienza el juego.

–Prefiero un vino, si no es molestia –. Buena elección.

–Tengo un Vega Sicilia –. Le sirvo una copa.

–Está muy bueno gracias –. Será tu última sonrisa.

–¿Te gusta la comida italiana? – Pongo el primer plato.

–Sí, gracias. ¿Parece que hace algo de calor? – Empieza a hacer efecto.

–Voy a por el postre –. Pronto quedará dormida. –Estaba todo muy rico, pero empiezo a tener mucho sueño –. Ya casi está.

–Puedes quedarte a pasar la noche si estás algo cansada –. Le indico dónde está la habitación.

–Gracias, estoy agotada –. Ya eres mía. –Vuelvo enseguida, traigo algo para tomar –. Voy a por las esposas. –No tardes, tengo mucho sueño –. Creo que me colé un poco con la droga.

–Ya estoy aquí, ¿te gusta jugar con la luz apagada? –. Por suerte puedo ver en la oscuridad.

–¿Dónde te has metido? Deberías estar en la cama dormida –. Creo que algo no salió como esperaba.

–Detrás de ti, maldito bastardo, no me hacen efecto las drogas –. Siento como un frío intenso recorre todo mi cuerpo. –¿Qué? ¿Qui..Quién eres? –. La miro a los ojos mientras tiembla todo mi cuerpo. –De la misma manera drogaste a mi madre, hijo de puta –. Saca una estaca y la clava en mi corazón. –¿¡Tu madre!? ¿Quién es tu madre? –. Mi cuerpo comienza a desintegrarse. –¿Te refresco la memoria, papá? –. Caigo de rodillas.

–¿¡Mi hija!? ¿¡Quién es tu madre!? –. Balbuceo casi sin aliento. –Alejandra.

Y antes de que mi cuerpo desapareciera del todo, recordé mi primera cita, hace doscientos años.


Autor: Juan José Serrano Picadizo

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