De pequeño siempre tenÃa visitas de seres de otro mundo. Entre ellos uno que me hizo tener miedo mucho tiempo toda mi vida. Lo llamaban "El hombre malo". Cuando venÃa, todos desaparecÃan o eran tragados por la sombra oscura. La pequeña habitación en la que dormÃa, en ocasiones parecÃa una sala de espera de un hospital. Al principio sólo veÃa sombras, luces, hadas, como las llamaba yo. Después tomaban forma humana y de otros entes. En mis pies se sentaba mi bisabuela, madre de mi fallecida abuela paterna. AparecÃa con luces hasta hacerse la figura completa, solo veÃa su cuerpo y cara, pero no sus pies. Todos los dÃas hacÃa su aparición para preguntarme.
- ¿Cómo está tu padre? ¿Cómo está la abuela? ¿Cómo estás tú? -
Asà me preguntaba por toda la familia. Con el tiempo empezó a venir con alguien más. Una silueta de hombre que veÃa en sombra, no podÃa ver su cara, siempre la tapaba. También habÃa más personas que pasaban por mi puerta, cruzaban por mi cama de un lado a otro. Llegaba un momento nunca miré a qué hora, que todos corrÃan o desaparecÃan. Se cargaba la habitación con una tensión muy fuerte, olor raro, frÃo y mi bisabuela decÃa susurrando.
- Tápate, que viene "El hombre malo" -
Una sombra fluÃa por la puerta del cuarto, se esparcÃa por la pared hasta llenarse toda la habitación. En ocasiones podÃa ver tragarse a las sombras y llevárselas. Cerraba fuerte mis ojos y me tapaba hasta la cabeza, intentaba gritar o salir corriendo, pero del miedo no podÃa hacer nada. Nunca llegué a ver al hombre, siempre me tapaba en el momento exacto que veÃa la sombra llegar o llevarse a alguien. Solo tenÃa ocho años cuando lo vi por primera vez. Esa noche como en todas las pasadas, mi curiosidad por enfrentarme a lo que fuera que fuese ese hombre, me hizo no taparme con la sábana. Mi bisabuela me avisó de su presencia, que ya se podÃa notar en el ambiente. Yo cerré mis ojos como de costumbre, pero no me tapé. Notaba un frÃo intenso junto con un olor a muerte, empecé a escuchar pisadas muy fuertes con mucho odio, sentÃa que se acercaba cada vez más. Noté su respiración frente a mÃ. Cuando creà que ya se habÃa ido, abrà mis ojos y estaba allÃ. Justo delante de la puerta, un hombre alto de casi dos metros de altura, muy delgado, brazos largos, piernas largas y con un sombrero en su cabeza. ParecÃa la misma muerte. Del susto intenté gritar, pero no me salÃa la voz de la garganta. Me levanté como pude de la cama temblando. Corrà hacia el cuarto de mis padres, atravesando por su etéreo cuerpo gritando. Se levantó mi madre y me abrazó asustada. En ese momento, seguà escuchando sus pasos tras de mÃ. Pasos que también mi madre pudo escuchar. Ella me agarró y me llevó a su cama, tapándose también hasta la cabeza.
- Shhh... Tápate, que viene "El hombre malo" -
Autor: Juan José Serrano Picadizo