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La última hoja


Volvía obstinado a caminar por mis desaparecidos pasos. Costumbres de antaño que son difíciles de olvidar. Me ofrecía afligido a volver donde comenzó todo. Escuchaba el susurrar del viento entre los árboles. Con los años había perdido el don de oír las asombrosas voces de la madre naturaleza. Observaba a lo lejos aquella roca en la ladera. Lugar donde permanecías sentada con los primeros rayos de sol. Retornaban en el tiempo los recuerdos, rescatando todos nuestros momentos. Aquella vez que te conocí contabas pétalos de tu flor favorita, una margarita. Recogía flores temprano todo los días para dejártelas en la roca. Escondido, disfrutaba viendo cómo sonreías al verlas. Cuando te marchabas dejabas dibujado el número de pétalos que contabas. Aquel día me atreví a presentarme, muy nervioso y sonrojado.

– ¡Hola! ¿Cómo te llamas? – Julieta, eres el de las flores, ¿verdad? – Sí, me llamo Juan, encantado. ¿Por qué cuentas los pétalos? – Para contar los días. – ¿Los días de qué? – De mi muerte. – ¿¡Cómo!? ¿¡Vas a morir!? No digas tonterías. – Los médicos me dieron poco tiempo de vida por una enfermedad. – Pero si te veo muy bien y feliz. – Ya..., lo siento, me tengo que marchar. – ¿Volverás mañana? – Hasta el último día.

Entonces comprendí lo que era la vida. Sobre todo aprendí que era vivir el último día. Cada mañana hacía el mismo camino para sentarme a tu lado. También cogí la costumbre de contar pétalos hasta mi último día. Un día dejaste de venir a nuestro lugar de encuentro. Solo encontré una flor sin pétalos. Te busqué, pero no sabía dónde vivías. Solo sabía que te llamabas Julieta, que eras alta y delgada, piel rosada, rubia, con unos ojos azul cielo. Derrotado, volví a la roca para seguir contando pétalos hasta mi último día, pero en realidad volvía cada mañana para no olvidarte.

– Muy buena historia. ¿Es tuya la novela? – No, la escribió mi abuelo. – Le faltan cuatro hojas ¿Por qué? – No lo sé, pero.., ¿Por qué has leído el final? – Por el título: "La última hoja". Pensé que sería lógico. Pero faltan hojas y tiene una flor sin pétalos entre ellas. – Supongo que la flor será el recuerdo de Julieta, y las hojas que faltan son los últimos días en que murió mi abuelo. – Fantástico, ya entiendo. Como no tenía flores, arrancó las últimas hojas del cuaderno hasta su último día.


Autor: Juan José Serrano Picadizo

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